Wednesday, October 25, 2006

El Licenciado Humanes

Esa tarde el licenciado Humanes se levantó e su siesta con una sensación de satisfacción que lo llenaba; y no era sólo por haber dormido un par de reparadoras horas, sino porque, por primera vez desde que había asumido su cargo como concejal de la ciudad sentía que iba a ser útil. Ya habían pasado tres meses desde su asunción y aún no había presentado ningún proyecto. Ni siquiera un simple pedido de informes, nada.

Demasiado controversial había sido en su campaña, atacando, no sólo a sus competidores, sino a la clase política en general; según él, los políticos eran corruptos y poco confiables. Claro que no es el único que lo cree, pero ningún otro candidato lo expresaba como parte de su plataforma.
Sociólogo de formación, apenas salido de la universidad profundizó su militancia política. Como todo joven político (él creía), quería cambiar el mundo, y sentía que tenía poco tiempo, antes que el mismo sistema lo arrastrara a la corrupción, le anquilosara el corazón y le nublara los sueños de grandeza y humanidad. Y encima, esos tres meses de sólo ir al Concejo, lazar la mano, leer informes y seguir acumulando tazas y tazas de café.
Hoy, por fin, se sentía útil. Hoy, por fin, sentía que iba a honrar los setenta mil votos que recibió para ocupar su lugar.
El reloj lo venía persiguiendo; quería con todo el corazón presentar su proyecto antes de cumplir los treinta años y le quedaba muy poco tiempo. Por eso se sentía tan bien, estaba convencido que iba a seguir luchando por sus convicciones y no caer en la vorágine de la corrupción y el estatismo.

Humanes entró en su despacho con una amplia sonrisa, con andar erguido y una melodía silbada con suficiencia en sus labios. Una postal que hacía mucho no sucedía.
Al pasar por el escritorio de su secretaria, asistente, como prefería decirle, se detuvo un segundo, y con buen humor, también raro en los últimos tiempos, saludó:

-"Hola, Margarita. Hoy siento que es un gran día, te voy a pedir que retengas cualquier llamada que no sea urgente... y sabés a qué me refiero con urgente..."

Claro, Margarita lo sabía, era una más que eficiente secretaria, de cincuenta y tantos, y de años y años de servicio en el Concejo. Por supuesto que sabría qué podía ser urgente y qué no. Solterona de profesión, Margarita se escondía tras sus gafas, su escritorio y su trabajo, quienes eran los únicos que le brindaban una imagen positiva suya, y donde había tenido sus últimas alegrías. ¡Claro que sabría qué llamadas eran importantes!

-"¡Cómo no, Licenciado! ¿Le acerco un café mientras trabaja? Le dejé los mensajes y los periódicos en su oficina. Y recuerde que a las quince tiene su chequeo médico".

- "Por favor, cambie la fecha para mañana. Hoy tengo que estar aquí. No puedo dejar pasar la inspiración."

- " Muy bien, así lo haré". Margarita no estaba programada para negarse, ni para interrogar sobre una orden. Simplemente hacía lo que se le pedía, lo antes posible, y de la manera que hacía falta. Eso la hacía la secretaria más codiciada; y claro, Humanes, con sus setenta mil votos, la consiguió.

Humanes se sentó frente a su computadora y evitó su rutina tradicional de café, correo electrónico, diarios y páginas eróticas. Hoy sabía que tenía que trabajar todo el día. Lo había encontrado por fin la inspiración que necesitaba. Era hora de agregarle algo de sudor al momento de su mística iluminación.
Encendió la PC y fue directo al procesador de texto; se sentía poseído por un espíritu cívico que sólo conoció cuando decidió ingresar en política. El mismo espíritu cívico que reclamaba a sus colegas y que lo había abandonado durante tanto tiempo.
Se sentía extasiado, mejor que en las orgiásticas noches en el comité del partido, mejor que en sus incursiones inhaladoras.
Esta vez se mezclaba la sensación de hacer algo por el pueblo, con una irrefrenable noción del poder que recaía en sus manos; y el poder siempre era orgásmico...
No iba a cambiar el mundo, pero se sacaría su propia careta y la de sus rivales.

Había sido casi una epifanía: "Ningún político actual, cuando muera será un prócer".
Se había despertado con esa pregunta en la cabeza que le daba vueltas y vueltas: "¿Habremos perdido, como sociedad, la posibilidad de crear nuevos próceres? ¿Habrá estado con nosotros el último prócer y no lo supimos?"
Y allí fue que se le apareció en la mente, como escrito en la marquesina de un teatro para locos, con letras doradas y luces de colores, la pregunta que iba a tratar de responder con su primer proyecto de ordenanza:
"Prócer ¿se nace o se hace?

1 comment:

Marbot said...

Lindo comienzo... voy a seguir entrando a ver cómo pinta esto che. En ocasiones también suelo hacerme esas preguntas de si existen próceres actuales o si dentro de muchos años algún personaje actual será considerado como tal. Un abrazo.